[...]¿Quién soy para derramarte tanto odio? Y más aún, ¿quién eres tú para merecerlo de esta manera?
Es
algo que me drena la vida poco a poco, voy muriendo lento y delicioso
en el pasar de los minutos, mientras seguro tu ríes, sin saber siquiera
nada, absolutamente nada de mí.
Estoy mudando mi cordura cerca de
las orillas de un río que aclama mi nombre y pide por mis besos, no
como tú que te jactas de proezas de amores a mi entender tan burdos
como tu sentido de la moda, ya no se qué pensar.[...]